sábado, 28 de junio de 2008

Separación


Fuente: http://www.flickr.com/photos/22701328@N05/2186422694/

Te miraba y pensaba.
Atisbé tus labios, pesaroso.
Tus ojos me apocaban.
Mi vergüenza deseaba que me ignoraras.
Ya no sigo las analogías.
Pretendo todo lo que no conozco.
No enuncio pensamiento.
Tengo sed, hambre, sueño, soberanía.
Me siento inútil, inmaterial.
Hoy no persigo el camino.
Inservible, cansada, ineficaz.
Prefiero la trocha.
Dos relojes derretidos, inconcebible.

— ¿Qué nos pasa?, Enrique, hablemos
— Ana María, ¡esto se acabó!

martes, 10 de junio de 2008

¿Quién será?

Fuente: http://www.flickr.com/photos/67957098@N00/502127368/

En El Junquito, en el techo de una casa de bloques sin frisar, en la ladera de una montaña, hay un niño volando un papagayo. El viento impulsa su creación y el pabilo lo mantiene conectado a tierra. Las nubes son su mentor aunque no estén de humor. Pareciera que va a llover. Su brazo derecho repite las haladas, soltando de cuando en cuando un poco de hilo. Un ser transparente revisa el cuaderno de tareas tirado en el suelo; las hojas hacen ruido intercalando portada y contraportada.
— ¡Juan Antonio!— grita la madre. Le tiene listo el almuerzo, pero él está concentrado haciendo volar el cometa al lugar deseado para entregar el mensaje.

El Sr. Rodrigo, jardinero de la familia Gomez, revisa los helechos antes de irse como todos los lunes y jueves. Consigue otro papagayo con un pequeño sobre pegado. El Sr. Rodrigo no sabe leer, pero le molesta la combinación de plantas y papagayos. La suerte del artefacto está echada: directo al pote de la basura.
— ¿Quién será el sin oficio? — rezonga mientras recoge su mochila para retirarse.

Anita Gomez, todavía en uniforme del colegio, revisa los helechos sin sorpresa. Camina despacio al basurero, sostiene en su mano derecha la tapa y consigue el papagayo y la esperada nota firmada por Juan Salvador Gaviota.

martes, 3 de junio de 2008

Barry White no es el único que sabe de amor

Diálogo real o como lo recuerdo.

— Roberto, ¿qué rama de la medicina practica un antólogo?, ¿saca muelas?
— ¡No!, ese es un odontólogo
— ¿Pero tú no eres un antólogo?
— ¡No sé!

Mario, no conozco a Margaret Sullavan, pero está bien, ahora soy uno de sus viudos. Rubem, Sylvia y José están locos de remate. Gabriel, un poco melodramático la Nena Daconte y Billy Sánchez, quien “le mostró su respetable animal erguido”. Coño Julio, después de tres páginas y dos güisquis seguía sin entender los cambios de las voces, pero superada la resaca, otra tragedia de amor imposible entre la Señorita Cora y Pablito. Ángeles, por favor, deja la flojera y trabaja en los títulos, aunque entendí lo irrelevante. Guillermo, de todas las imágenes posibles, una meretriz discapacitada no es mi favorita. Adriano, pana, ¿y con esto levantabas? Federico, ¡qué regalo! Tununa, ¡Dios mío!, “y cuyos efectos no siempre eran de placer sino que iban del placer al dolor, alternadamente”. Sergio, tienes razón, el amor es posible sobre todas las adversidades, incluso el poder.

Diálogo imaginario o como imagino sucedería.
— Roberto, ya entiendo. Un antólogo es un pana que le presenta a otros panas a panas que no conoce
— Eso es un pana
— Entonces, un antólogo es un pana
— ¡No sé!

P.D: Si, para entender esto tienen que leer el libro.